viernes, 30 de marzo de 2012

Ficción dos: De la lucha al ring


La arena. Lirn. 2011. 

Eddie Eynar, un profesor de guión que habla con un muy marcado acento argentino porque estuvo seis meses allá, nos mandó a las luchas. El ejercicio debía inspirarnos un relato. La siguiente historia es el resultado de dicha inspiración. 


                                                    De la lucha al ring

De nuevo he sido suspendido por pelear en la escuela. Los bravucones de siempre escondieron los balones para que nadie pudiera jugar. Fui a su escondite e hice gala de los movimientos aprendidos el domingo en el Canal 9.  Cada vez los perfecciono más; hice sangrar de la nariz a dos de ellos y a otro casi lo descalabro.

           El Director llamó a mi madre. Ella detuvo los mandados matutinos para correr a la escuela. Llegó con seis bolsas llenas de verduras, frutas, carne y todo lo que la quincena puede pagar para alimentar a una familia de cinco. Me ha regañado. Ya me he acostumbrado a sus gritos, mejor dicho, me acostumbré a ignorarlos. Aprendí a alojar mi mente en el cuadrilátero. Mis pensamientos ven cómo  Dragón rojo le retuerce el pescuezo a Atlantis, mientras ella mueve sus labios enérgicamente.

            Hemos llegado a la casa. Agarro mis luchadores y me pongo a jugar con ellos en el cuarto de mi abuelo, quien tiene en toda la pared afiches de los guerreros de su época. Él fue luchador; o al menos eso dice. Apenas empezaba. Tenía grandes cualidades, muchos creían que llegaría lejos. Un día, cuando saludaba al  público de la primera fila, se le aventaron de la tercera cuerda. Volteó a tiempo para recibir a su enemigo, pero el impactó dirigió su cuello hacia una butaca vacía. Ahora, lucha para no caerse de su silla de ruedas cuando se queda dormido.

            Mi papá ha llegado con mi hermana. Tiene noticias para mi madre. Mi hermana está a punto de reprobar matemáticas, lo único que la puede salvar es obtener un diez en el examen final. Los días y las noches siguientes serán de pelea entre ella y los libros. Mi madre también le tiene nuevas. Si vuelvo a ser suspendido este año, seré expulsado definitivamente de la escuela.

             Ha comenzado la batalla de mi papá. Posee dos boletos para la función de lucha libre de esta noche, uno para él y otro para mí. Mi madre se rehúsa a darme permiso para ir. Piensa que ya estoy bastante afectado por ver personas en el ring. Mi papá insiste, en vano. Ha perdido la discusión.

            Mi padre me ha traído a las luchas. Mientras mi madre veía la telenovela de las ocho, él, a escondidas, me sacó de la casa y me trajo aquí. Llegamos justo a la última pelea. Dragón Rojo contra Atlantis. Ambos entran con gran espectacularidad al ring; los destellos de las cámaras los iluminan, los coreos del público alimentan su ego y la voz del presentador los alienta a pelear.

            Al pisar la arena, el tiempo se detiene por tres caídas. El sonido alrededor se ensordece, todos desaparecen excepto el enemigo. Desde pequeño me lo he preguntado, y creo que por fin tengo una respuesta. Piensan en lo mismo que mi madre, mi abuelo, mi hermana, mi papá y yo. Buscan ganar sus pequeñas batallas para seguir peleando. Para continuar viviendo.  Ellos  hacen la lucha diaria más vistosa, le ponen complejos movimientos e imposibles acrobacias. Son los encargados de llevar la lucha de cada uno de nosotros al ring.             

La incomprensible realidad del gusto y su esclavitud


Oskar Kokoschka, Autorretrato con muñeca, 1922. 

En la historia de la humanidad, la lucha por la libertad ha sido una constante. El hombre tiende a sentir aversión en contra de las fuerzas opresoras. Existe la necesidad  de sentirse libre. El hombre de sociedad está atado a mermadores, o si se prefiere, reguladores de su libertad. Su autonomía depende de otros factores superiores a él. A pesar de ello, piensa que es libre de tomar sus propias decisiones.

            El libre albedrío es un sosiego ante tantas ataduras. Elegir nuestras acciones indica independencia, demuestra que somos dueños de nuestra vida. Así, dentro de la mente existe un espacio en donde se hace nuestra voluntad, pero incluso ahí, la libertad es limitada. 

           ¿Por qué nos agrada un sabor más qué otro? ¿Por qué preferimos unos ritmos y a otros los aborrecemos? ¿Por qué no tenemos injerencia alguna en las cuestiones anteriores? El gusto se construye, se podría decir en un sentido artístico, pero esto sólo aplica cuando hay instrucción sobre las cualidades de un cuadro, de una pieza musical, los valores estéticos o valoraciones entre el bien y el mal. Cuando se habla de gustos no intelectuales, la compresión de su sentido no tiene cabida.

             Se podría decir que alguien es libre cuando hace lo que le gusta. Sin embargo, los gustos dependen de factores biológicos, así como sociales. No son cuestión de libre albedrio, no se puede regir sobre ellos. En otras palabras, nadie puede decidir si le gusta algo o alguien.

          Si pudiéramos elegir lo que nos agrada, las cosas serían más sencillas. Comeríamos y beberíamos de todo, no existirían los gustos culposos, no habría heridos del corazón. Las relaciones amorosas serían más simples. Si le gustamos a alguien, podríamos elegir gustarle también. Si nos gusta alguien que no queremos, elegiríamos no sentir atracción. En cambio, hay ocasiones en las que no entendemos por qué nos gusta una persona, sólo sentimos la incomprensible necesidad de estar con ella. Por más que estemos al tanto de sus defectos, de su inconveniencia, poco podemos hacer para desencantarnos. Estamos atrapados. No somos libres.     

sábado, 24 de marzo de 2012

El hijo de la Tuna

El hijo de la Tuna. Lirn, 2012. 

JL Camargo y yo tenemos un proyecto llamado iTunas, un espacio de producción audiovisual para jóvenes creadores. Él, al igual que yo, tiene cierta afinidad con las pinturas surrealistas, y esto lo pretendía reflejar en la imagen de iTunas. Por eso me encargó modificar El hijo del hombre de Magritte (1964). Quería que el hombre de la pintura fuera cubierto por una tuna en lugar de una manzana. Con mis limitadas habilidades en photoshop, éste fue el resultado de esa tarea. El espinoso fruto está hecho con El castillo de los Pirineos, también de Magritte (1959). 


Si desean conocer más acerca de JL Camargo, aquí está su blog: http://elblogdebriendarella.blogspot.mx/ 





miércoles, 21 de marzo de 2012

Ciudad chilanga 1: Niño en Monumento a la Revolución































 Niño en Monumento a la Revolución, Lirn, 23 de noviembre de 2011. 


Ciudad chilanga

Bandera en Zócalo, Lirn, 2011. 

Ciudad de México, urbe llena de contrastes. De una cuadra a otra se pasa del dolor social a la bonanza económica. Su grandeza integra y desintegra a los habitantes que la cimientan. Su arquitectura denota tanto la grandeza de su historia como sus pretensiones vanguardistas.  Aquí viven los olvidados, los invisibles, los inconformes y los poderosos. Pero también existe magia en sus calles. Los artistas ambulantes, los comerciantes informales, los contracultureros dejan escapar  un sentir revolucionaro, tal vez el mismo que llevó a Bretón a expresar que México es "el país surrealista por naturaleza".  

     Ciudad chilanga será una sección en este blog que presentará fotografías tomadas en mis roles por la ciudad. Será un intento por capturar lo mágico en lo cotidiano. Lo sublime en lo caótico. Seguramente muchas imágenes se quedarán en el mero registro, pero habrá algunas que logren mostrar lo onírico en lo real. 

lunes, 19 de marzo de 2012

Ficción uno: Inspiración


Improvisación 1. Lirn, 2012

Asistía a una clase en la FCPyS llamada Sociología y Cine. El profesor llegaba directamente a escribir en el pizarrón la información de su cátedra. Por ello, la clase empezaba unos veinte minutos tarde, en lo que los alumnos "copiábamos" lo escrito. Karen, una querida amiga, era compañera en ese curso. Cada jueves le dejaban la tarea de hacer un relato para una clase que tomaba en la tarde. A veces llegaba con poca inspiración y pedía por mi ayuda. Con mucho gusto imaginaba historias posibles para su asignación, cuando a ella le agradaba una, la escribía y se ponía a trabajar en la narración. 

      Sus tareas siempre tenían lineamientos específicos. Un día, éstos eran: "La historia debe incluir un pedazo de pan, una navaja y una cobija roja". En lo que comenzaba nuestra clase, agarré un pedazo de papel y me puse a escribir. Como resultado nació el boceto del relato que leerán a continuación. 


Inspiración

La tarea consta de realizar un cuento donde incluyan los siguientes elementos: Un pedazo de pan, una navaja y una cobija roja.

El celular vibró sobre el pequeño buró. La oscilación le arrojó a la alfombra, donde continuó vibrando hasta que le levanté. En la pantalla se leía el mensaje de texto enviado por mi compañera de clase. Tenía poco tiempo (y aún menos inspiración)  para realizar aquel relato.
           
            Llevaba más de una hora sentada frente a la pantalla en blanco de mi computadora. Únicamente había escrito mi nombre y la fecha de ese día. Jugueteaba con el puntero. Recorría minuciosamente cada zona  de la hoja digital; primero despacio, después aceleré progresivamente hasta ver cien flechas revoloteando por toda la pantalla. Mi éxtasis murió cuando el ratón salió disparado contra la pared.  De las cien flechas sólo quedó una.

 Ninguna musa se acercaba.
           
Decidí salir de mi cuarto en busca  de estímulos para mi mente. Recorrería la casa completamente, algo debía haber que despertará mi imaginación. Entré a la cocina; nada inusual, la misma parafernalia cotidiana: cuchillos, cucharas, platos, vasos… En la mesa resaltaban dos copas, una vacía, otra a medio llenar, junto a una botella de vino tinto. Permanecieron intactas por cinco días, desde la última cena que tuve con mi novio. No así, la hogaza de pan que horneé para él, ahora mohosa, dura, rancia.  

Ni una idea se iluminó.

Bebí un vaso con agua, después otro, luego otro… Bebí compulsivamente seis vasos de agua. Para cuando terminé el último, la madrugada ya se había apoderado de la noche.  Me trasladé a la sala, le di vueltas unas tres veces y cuando me aburrí, me senté en el sillón. Nada en la casa me motivaba. No dormiría esa noche, estaba consciente de ello, en unas horas partiría hacia la Facultad.

            La infructuosa búsqueda me llevó de vuelta a mi habitación. Apenas me senté en el discreto escritorio de olmo, tuve que levantarme para ir al baño. Entré. Dejé correr el agua del lavabo, siempre he encontrado una sensación tranquilizadora en el sonido producido por el vital líquido al chochar contra la porcelana. Me ensimismé gracias a la melodiosa paz causada por la pequeña cascada. Incluso olvidé la fastidiosa tarea.

Cuando cerré la llave, la realidad me golpeó con tal fuerza que me hizo dirigir la mirada a la navaja puesta encima del lavadero. Estaba reluciente, aunque ya tenía ahí cinco días, casi seis. Podía ver mi reflejo distorsionado en su hoja cóncava, misma que limpié ardua e intensamente. Las cicatrices en mis dedos son prueba de ello. Pensé en quitarla, esconderla, pero que se exhiba así, sin ninguna precaución, demuestra que no tengo nada que temer, además, siempre existe algo de excitación en presentar tan orgullosamente la herramienta usada para realizar una hazaña.

La inspiración aún no llegaba.

            Estaba a punto de amanecer. Si escribir un cuento en una hora era difícil, sería imposible hacerlo sin una idea. Nada. Mi mente estaba totalmente en blanco.  Sentí frío, el fresco propio de las mañanas otoñales. Decidí ir por una cobija. Me cubriría hasta el momento de alistarme para la cotidianeidad. Abrí el ropero. Quité algunas gabardinas, suéteres y otras ropas. Atrás de ellas se encontraba mi cobija, oculta a pesar de su color llamativo. Envolvía aquél bulto inerte. Tomé ese cobertor amarillo teñido de rojo y dormí unos minutos.

La inspiración jamás llegó.
           


Lirn. 

domingo, 18 de marzo de 2012

Ficciones

Dinamismo de un perro con correa, Giacomo Balla, 1912.

Ficciones* será un espacio dentro de este blog donde presentaré historias escritas por mí. Como su nombre lo indica, serán relatos imaginarios, aunque inevitablemente tendrán algo que ver con lo real, con la sociedad en que son creados. Sueños, ilusiones, jaladas e invenciones podrán encontrarse en esta sección. Póngase cómodo, lea y disfrute. (Satisfacción no garantizada).

*De ninguna manera es un plagio al título de la colección de cuentos del Maestro Borges. Jamás intentaría compararme con él, pues si lo hiciese los resultados indicarían que soy un lerdo iletrado. Sería como comparar Drácula de Bram Stoker con cualquier historia de la saga de Crepúsculo. Elegí este nombre porque mi limitada creatividad no dio para más. 

viernes, 16 de marzo de 2012

Detrás de "Te mataré"

                                                         Lirn. Te mataré, 2012.


Hace unas semanas, mi profesora de Taller de Dirección Cinematográfica, Patricia Luke, encargó al grupo una tarea: grabar un video sobre una historia simple. La finalidad de este ejercicio era demostrar que habíamos aprendido los encuadres y movimientos de cámara propios del lenguaje cinematográfico. También teníamos que mostrar nuestras habilidades en el uso de la claqueta, al registrar su aparición ante la lente en una especie de making of. La tarea me emocionó. Ya hacía tiempo que no producía un audiovisual. De inmediato, comencé a idear posibles historias para la grabación. 

     El proyecto no era individual. La profesora hizo equipos de tres personas. El criterio de elección usado fue la proximidad de los asientos de los estudiantes. Al no conocer a nadie en la clase (supongo que mis compañeros se encontraban en la misma situación) me pareció buena idea. Así, mi equipo se conformó por Esteban, sentado adelante de mí, y Lalo, sentado detrás. Acordamos pensar en historias y mandarlas por correo el fin de semana para elegir la mejor. De esta manera, pretendíamos grabar el miércoles. Llegó el domingo. Nadie había mandado nada. Acuñé mi propuesta y la mandé en la noche. Dos días después recibí respuesta. Quedamos en grabar la tarde del día elegido anteriormente. 

     Como no había más ideas, alisté todo para trabajar con la mía. En el camino hacia la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS), donde grabaríamos, recibí un mensaje de Lalo. Explicó que no podría ir, ya que su trabajo no se lo permitiría. Me comuniqué con Esteban para avisarle sobre la situación. También por SMS, avisó que no llegaría. Como ya estaba en camino hacia la UNAM, decidí no desaprovechar el día y me fui para la zona cultural, donde se llevaba a cabo el Festival Internacional del Cine de la UNAM (FICUNAM).

     El viernes, día de la clase, se unió un nuevo integrante al equipo: Jorge. Él, Lalo y yo decidimos grabar el lunes. El fin de semana serviría nuevamente para enviar más propuestas. Esteban faltó el viernes, pero por correo nos avisó que el lunes no podría asistir, así que se ofreció para la edición. Afiné mi idea. Envié mi propuesta mejorada a mis compañeros, quienes le dieron "luz verde". El lunes llegamos solamente Jorge y Yo. Intentamos comunicarnos en vano con Lalo. Necesitábamos, de menos, una persona más que nos ayudará. Por suerte, mi amigo y tocayo, Luis, y unas amigas nos "echaron la mano".  Grabamos. Comencé y terminé la edición para el viernes. A Esteban lo vi el Jueves de esa semana, él se encargaría de la edición del "making of".

Un tipo que orina por horas

Después de esta pequeña-gran contextualización acerca de la producción de Te mataré, hablaré sobre la historia del video, que, como han apreciado, es bastante simple. Un sujeto recibe una llamada. Le dicen que lo van a matar. Confuso y asustado, trata de asimilar la situación. No tiene la menor idea de quién le acaba de marcar. Entra en paranoia y corre. Por alguna extraña razón, su recorrido, aparentemente al azar, lo lleva a un baño. 

     En yuxtaposición, se encuentra el personaje antagónico. Una vez que cuelga su celular, entra al baño. Con mucha tranquilidad se dirige hacia los mingitorios para orinar. ¡Y parece que mea por mucho tiempo! Pues, cuando el sujeto paranoico llega, él todavía desahoga su necesidad fisiológica. El primer individuo se tranquiliza al llegar al baño. No ve ningún peligro ahí. Sólo hay un hombre mucho más pequeño que él. Ingresa a tranquilizarse a una de las cabinas del WC. Cuando logra recuperar cordura de sí, la puerta frente a él se abre. Aparece el hombre "inofensivo" que vio hace un momento con una pistola en mano.  El protagonista es asesinado. El homicida sale de la escena del crimen y marca un nuevo número. La historia se repetirá con otra víctima. 

     ¡¿Por qué el asesino nunca se cansa de miar?! Bien, esto se debe a que se relaciona el tiempo del recorrido del protagonista con el tiempo en que su némesis orina. Las elipsis usadas en el trayecto de la víctima aumentan el tiempo de la huida en la conciencia del espectador. Por lo tanto, el tiempo del victimario en el baño crece también. En resumen: Tiempo del recorrido del protagonista = Tiempo en el baño del antagonista. Esto funcionaría para un historia con fines miméticos, como en apariencia es ésta. En tal caso, la historia perdería verosimilitud. Y tal vez lo haga, pero siempre en función de un fin no mimético.

El único destino: la muerte

La llamada, los baños, la huida, el asesinato, etc, fueron sólo un pretexto para presentar el tema de Te mataré. Fueron la forma en que la idea principal es exhibida. El corredor nos indica que el ser humano no puede escapar de su destino, al más puro estilo de los poemas griegos. Cada paso dado, cada decisión tomada, le han acercado a su trágico final. El sabía que su suerte estaba dictada desde el principio, y aún así trató de escapar de los designios de la vida. 

     Ahora bien, mi intención no es decir que el hombre esta atado por el destino. Sino únicamente por un destino, uno que compartimos todos: la muerte. Cuando un ser nace, se sabe que éste morirá. Se desconoce en que momento, o cómo pasará, pero es seguro que dejará de vivir eventualmente. La llamada del principio del video es el nacimiento, el designio de la fatalidad. Quién habla es la muerte. Ésta puede llegar en el momento en que menos se espera. El protagonista de la historia está consciente de que morirá. Vive en la expectativa de este conocimiento. Cuando se relaja y deja de aguardar el fin, éste llega en un lugar bastante intrascendente. 

     La muerte está presente desde el nacimiento. Espera a que la vida se consuma para hacer su acto de aparición. El asesino es una abstracción de esta figura siniestra. Aguarda tranquilamente porque sabe que el momento fatal llegará. Este es el único destino que existe. Nadie puede evitar la muerte.

miércoles, 14 de marzo de 2012

El ciego de tres ojos

René Magritte, "El espejo falso". 1928
El mundo está conectado. Las redes de comunicación han estrechado las relaciones entre las sociedades. Las distancias naturales han sido suprimidas. Los acontecimientos ocurridos en algún sitio del orbe llegan inmediatamente a cualquiera que tenga acceso a los  medios necesarios para enterarse. La información se genera desmesuradamente.  Ha surgido una Sociedad de la Información, como bien apuntaría Castells. Pero, como bien criticaría Mattelart, entre tanta información hay poco conocimiento.  No hay pretensiones de ir más allá de lo que vemos, de lo que escuchamos, de lo que leemos. Se toma como absoluto lo dicho por quienes generan la información. Se pierde el trasfondo del desarrollo de un hecho. Todo se queda en la superficie. En el dato. Los medios se multiplican, los mensajes se diversifican. Ante tanta luz estamos ciegos.

¿Qué es El ciego de tres ojos

Hace muchos años tuve un sueño sobre un viejo malévolo y ciego. Vivía en edificio antiguo, de esos de la época Colonial que abundan en el centro. Tenía como rehenes a una pareja, hombre y mujer, quienes cada día contaban con una oportunidad para suicidarse. Si triunfaban la muerte los liberaría de su sufrimiento. "No debería ser difícil escapar de un hombre ciego". El hombre, vestido siempre como rey del renacimiento,  escondía en su frente, tras su cabello grisáceo, un tercer ojo. Era una atrocidad total. Su deformidad resultaría desagradable hasta a la vista de los más curtidos embalsamadores. Este ojo, siempre a punto de pudrirse, estaba tan ciego como los otros dos, pero (por necedad onírica que no podría explicar) le permitía saber todo de una persona por el sonido que emitieran sus pasos. Conocía todo de sus cautivos por el simple hecho de que había escuchado sus pisadas. Cada paso dado develaba sus sentimientos, pensamientos y emociones al Ciego.

     El sueño ahora es un cuento, que posteriormente publicaré en este mismo blog. El título es una analogía a ese personaje invidente. A pesar de tener tres ojos estaba cegado. Nuestra sociedad, aunque tiene innumerables medios de información, genera poco conocimiento. No ha encontrado la manera de conocer "la verdad" de los hechos con sólo escuchar sus pasos.

¿Qué esperar del blog?

Tal vez usted piense que hablaré exclusivamente  de los problemas de la Sociedad de la Información, probablemente en un tono teórico. No podría estar más equivocado. Lo anterior fue una analogía social del cuento basado en el sueño que explica el título de este blog. Aquí simplemente se verterá todo lo que se le ocurra a la cabecita de su servidor. Así que ¡no espere nada! Sólo venga y pase el rato.