jueves, 15 de noviembre de 2012

Las tardes de Julia.

Las tardes de Julia. Lirn. 2012.

Las tardes de Julia es mi primer cortometraje documental profesional, el cual trata sobre Juia Klug, activista abusada por un Padre cuando era niña, y que se manifiesta en contra de la institución de la Iglesia y de las figuras eclesiásticas que cometen y permiten el abuso sexual infantil.

Esta pieza audiovisual se hizo como parte del Reto Docs Df, una competencia en donde se tiene que realizar un documental en menos de 100 horas. Las tardes de Julia compite con otros cuatro cortometrajes: El gran chatarral, Centro, La aguilita en la raDiocs y La tierra del baile. 

Agradezco a David Ruelas y a Lyz Reséndiz, con quienes enfrenté la odisea que significó la realización de este proyecto, estrenado el 14 de noviembre.

Existe la intención de contar la historia de Julia Klug en un largometraje, si así sucede, por este medio lo estaré informando.

martes, 31 de julio de 2012

Ficción tres: La inevitable necesidad de lo absurdo.

René Magritte, Les Amants I, 1928.


La inevitable necesidad de lo absurdo.

 Con incredulidad y desprecio, ella miró la carta que Armando Pola escribió para jamás ser leída:

Han pasado siete meses y te vuelvo a encontrar. Pensé que sería diferente. He crecido. He madurado. He aprendido. Lo cierto es que nunca dejé de pensarte. Con el tiempo, la mezcla de dolor, desconsuelo, desilusión y felicidad disminuyó, pero nunca desapareció el absurdo sentimiento, ansioso por crecer nuevamente. Lucho contra él, aunque de antemano se anuncia mi derrota. Ya fui vencido. Sé bien cómo es estar a su merced, por eso me rehúso a caer.

Siempre encontré ridícula la forma en que las parejas se demostraban su cariño. La energía desperdiciada por las personas en sus relaciones me parecía una pérdida innecesaria de vida, una distracción de los asuntos importantes de la sociedad.  Veía el “mal de amores” como un mal de idiotas. Pensaba, no, aún lo pienso, que no vale la pena sufrir por alguien más. Uno nace solo en este mundo, y solo se debe aprender a lidiar en él.  Es un sinsentido esperar a quien nos complete, uno ya está completo.

De poco me sirvió mi filosofía cuando te encontré. No sentí gusto por ti de inmediato. Sólo eras una chica más de la clase. No estoy seguro de cuándo dejamos de ser compañeros para ser amigos, pero recuerdo cómo pasamos a ser mejores amigos. Ahí perecí. De pláticas cibernéticas inofensivas pasamos a llamadas de video, iniciadas en el crepúsculo, concluidas en el alba. Muchas veces quedé cautivado por tu sueño, del cual yo era el guardián. Los encuentros fortuitos en la Universidad dejaron de ser obra de la coincidencia, para convertirse en citas que se diluían rápidamente al paso de las horas. Podía pasar todo el día a tu lado. <Un día que duraba un instante>.

Me convencí mil veces de que nada se estaba gestando, que sólo éramos dos amigos más, en una relación insignificante. <Yo, insignificante de ti; tú, de mí>. ¿Cómo alguien puede llegar a ser indispensable para vivir? Yo, que podía alejarme de mis amigos, de mis familiares, sin adolecer consecuencias de ataduras emocionales. Yo, un hombre lógico, analítico, era martirizado por tu pensamiento. Negaba la realidad. Precisaba huir. Alejarme. Escapar antes de la venida de lo irremediable. Cada momento me lo repetía: podía prescindir de ti. De mí se apoderó un sentimiento: la irracional necesidad de querer estar sin ti.

Llegó la fatídica fecha. Era el último día de otoño. Fue una mañana helada, una tarde fría y una noche tibia. Para ese entonces ya me había sincerado conmigo. Muy a mi pesar, había conciliado mis sentimientos con la razón.  Como cada año, asistí a aquella tradicional fiesta de la temporada, pero ahora con el conocimiento de que estarías en ella. Tú fuiste con los tuyos, yo, con los míos. Después de varias copas nos encontramos.

Nos vimos. Te abrace. Nos abrazamos. No recuerdo las palabras que nos dijimos a los oídos; seguramente intranscendentes. Algo pasa con los primeros besos, uno no recuerda cómo empiezan exactamente, hay un lapso perdido entre el acercamiento de las bocas y el contacto de los labios. Nos besamos. Nos volvimos a acercar a los oídos. Se suspiró algún “te quiero          ”.  Continuamos el juego de lenguas. Prosiguieron los susurros. “                     esto está mal”. <La advertencia ignorada de alguna conciencia>.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, en tal acto labial.  Cuando  desviamos nuestra atención a los asuntos correspondientes al tiempo-espacio, advertimos que la oscuridad había llegado. Nada es eterno. Un momento, que probablemente duró horas, me pareció fugaz. Tan mágico y tan malévolo. Tan acertado y tan erróneo. Tan perfecto y tan doloroso. Cada quien regresó a su camino. Yo di por terminada nuestra historia.

Continuaría el festejo de esa noche perenne, me dirigía a otro punto de la fastuosa ciudad. Mi teléfono vibró.
 “Te quiero,                                ven por mí,                                          te espero”.
Llamaste más de una vez. Habías sufrido los estragos del alcohol. Sin dubitaciones, regresé al sitio en donde nos dejamos de mirar. Corriste. Me abrazaste. Me besaste. Te propuse ir a mí original destino, y nos encaminamos hacia él. El recorrido estuvo plagado de besos, caricias y de las palabras que dotaban de puro masoquismo al escenario: “Te quiero. Esto está mal. Somos amigos. Prométeme que él no se enterará”.

Quedamos varados en la calle al término de la juerga. La coincidencia fue mi aliada; las circunstancias nos llevaron a mi morada. Te lancé hacia mi cama. Comenzamos el jugueteo. Te quité una prenda, luego otra. Lentamente sentimos el roce de nuestra piel desnuda. Disfruté de tu olor, de tu cuerpo, de tu ser. Hicimos el amor hasta el amanecer. “Te enamoraste de mí”, afirmaste mientras abrazados yacíamos entre las sábanas. No contesté, no tenía palabras, solamente te besé y me abrigué con tu piel. Todo perece. Te acompañé a tu casa, ahí dejé el último sello de mis labios en los tuyos.

Irrisorios días comenzaron. Necesitaba ser a tu lado. < ¿Por qué?> Me lo pregunté en diversas ocasiones. Me hice creer que tus cualidades te volvían perfecta para mí, que no encontraría a alguien como tú. Era la justificación para mi estado. Lo cierto es que no comprendía por qué razón mi ser exigía estar contigo. No tenía sentido, no era lógico. Era, por mucho, algo absurdo, no podía tolerar la idea de no comprender el porqué. < ¿Por qué tú?>  

Perdí. Navidad se acercaba. Por incomprensible capricho decidí comprar un regalo para ti. <Un obsequio jamás entregado>. No te había visto desde aquella noche, y era probable el no verte más. Intenté encontrarte en diversas ocasiones, la presencia de tu prometido fue el pretexto para rechazarme. Me rendí. Me tocó perder.

Entré en la etapa más oscura de mi vida. Me lancé  a los excesos. Parrandas,  alcohol, mujeres en encuentros fortuitamente efímeros, acedia, a veces podía comer continuamente las 24 horas, en otras no probaba bocado alguno en días. Nadie puede depender tanto de una persona, nadie debería ser afectado por ella de tal manera, de tal magnitud, es algo completamente estúpido. Remisamente volví a ser yo, a convencerme de mis creencias. Uno no necesita de alguien más. De nuevo, las demostraciones de amor de mi contexto me parecieron pecantes de sosedad.

La vida es injusta y cruel porque la naturaleza no entiende el concepto de justicia, ni de crueldad, hecho por el humano. La casualidad te trajo a mí. Nos juntó después de siete meses. Me prometí no volver a desmoronarme. No volver a enamorarme, pero auguro que romperé mi juramento. Te pienso de nuevo, ahora en la víspera de tu boda.

Dicen que una historia de amor sin tragedia no es digna de contar, yo digo que el hombre tiende patológicamente hacia el melodrama. Un amor fallido es glorificado, el dolor es enaltecido, la desilusión bendecida. Los amores vertiginosos, efímeros, pasionales, son más apreciados, en nuestra sociedad, por su estructura dramática, que aquellos estables, cotidianos, “felices”, “sin chiste”.

Es inevitable creer en quimeras, desear imposibles, cavilar en dioses, fes, sueños
            y esto           La única salida es dejar de verte, esperar a que el tiempo lentamente mate un absurdo, despreciable, insensato e incoherente sentimiento:
    la irracional necesidad
         de querer contigo estar.

Dobló con fastidio ese trozo de papel arrugado y pensó en Armando Pola por última vez. Tiró la carta a la tierra, donde permaneció eternamente. El aire comprendió que Armando Pola y la mujer jamás volverían a estar en el mismo espacio, ni en el mismo ahora. 

                                                                                                                              Lirn              

jueves, 26 de julio de 2012

Deserter

Deserter, Lirn, agosto 2012.
Imagen creada en Adobe Illustrator. "Desierto" en inglés se escribe "Desert", "Desertor" es "Deserter". Algún desertor en algún desierto de algún mundo. 

miércoles, 4 de julio de 2012

La tuna roja

La tuna roja, Lirn, 2012. 
La tuna roja, imagen de resistencia creada para iTunas, que dejaron del lado el luto, y se llenaron de subversión.

http://elblogdelatuna.blogspot.mx/2012/07/resistencia.html

martes, 3 de julio de 2012

La tuna negra

La tuna negra, Lirn, 2012.
La tuna negra es una imagen creada para el colectivo de jóvenes creadores audiovisuales y artísticos, iTunas, con el fin de ser utilizada en momentos de dolor, de luto, de catástrofe. Surgió tras un día negro, ocurrido en México el día 1° de julio, causante de sufrimiento y pena para el pueblo.

Aquí la primera aparición de La tuna negra: http://elblogdelatuna.blogspot.mx/2012/07/comunicado-de-itunas-al-pueblo-de.html

sábado, 23 de junio de 2012

Improvisación tres: Oro electro.



Tele (prensa de caricatura). Lirn. Mayo de 2012
                                                                
Oro electro,
electromagnético.
Oro puro
para el estatus quo.
Visiones que ciegan. 
Palabras que ahuecan.

De los opios el peor.
De los sabios adormecidos.
De los sueños enajenados.
De las historias sin contenido.

Quien controla el aire controla la sala.
Tu opinión vale lo que vale nada.
¿Ellos tienen el control?
Los medios para anestesiar el dolor.

Causan la pena,
causan la ira y los llantos.
La tragedia y la indignación.
Inmoralidad en lo moral.
Lo moral en lo banal.

Crean santos.
Matan héroes.
Castran mentes.

¿Poder absoluto?
Obran sobre la multitud.
Ellos tienen al aire.
El control lo tienes tú.